miércoles, octubre 24, 2007

Las brafoneras (3): Expecto patronum

Hermione entró en la sala común de Gryffindor y encontró a Harry sentado frente a una mesa, muy atareado con su pluma.

-Hola, Harry. ¿Dónde anda Ron?

-Hola Hermione. Aún no se ha levantado. Anoche volvió a las tantas, y con un pedo impresionante. No sé ni cómo encontró la chimenea para llegar hasta aquí.

-Si es que, desde que se ha vuelto medio gótico y ha descubierto esos garitos asquerosos, ya no es el mismo -dijo Hermione, acercándose al ocupado Harry-. ¿Qué estás haciendo?

-Firmar fotos mías para las fans. Ya sabes que después de mi última aventura están todo el rato pidiéndome...

-¡Cof, cof! -tosió Ron, entrando en la sala común, con su iPod en el bolsillo del pijama de calaveras que le había tejido su madre a principio de curso, y fumándose un cigarrillo- ¡Hola chicos! ¡Cof, cof! Joder, anoche fumé demasiado, y además tengo una resaca del tres. Os perdisteis una fiesta brutal.

-Buah, paso de tus fiestas, Ron; tus amigos son muy raros -respondió Hermione- Por cierto, ¿qué es eso que tienes en el cuello? ¿es un...? ¡Sí! -dijo Hermione, soltando una risita tonta mientras se tapaba la boca- ¡Es un chupetón! ¡Ron tiene un chupetóon, Ron tiene un chupetóon...! -canturreó, con vocecilla infantil.

-Hermione, anda, déjame en paz y no me vengas de inocente ahora, que sé perfectamente lo que hiciste con William y con Paul en la fiesta del equipo de quidditch de Ravenclaw, monina.

-¿Qué? -exclamó Hermione enfurecida- ¿Quién te ha contado esa mentira?

-Lo sabe todo el mundo, Hermione. Y no te hagas la tonta, que sé perfectamente qué tipo de pirulas y setas mágicas le estás comprando últimamente a mis hermanos.

-¡Chicos, chicos! -interrumpió Harry- no discutáis, que tenemos cosas importantes que hacer. Mirad, por ahora el negocio de las fotos va viento en popa. ¿Habéis visto qué bien me queda el flequillo desde este ángulo? Yo creo que resalta mi cicatriz. ¿Sabéis que me la hice combatiendo con..?

-¡Sí, Harry, lo sabemos! -interrumpieron al unísono Ron y Hermione. Con un suspiro, Hermione sugirió: -bueno, ¿y si seguimos practicando la Defensa Contra las Artes Oscuras?

-Hermione -dijo Ron-, no sé por qué te molestas con tanto trabajo extraescolar voluntario. Si ya sabes que al final Dumbledore sólo se va a fijar en Harry. Yo creo que (¡Cof, cof!) lo que le pasa es que quiere algo con él. ¿No crees, Harry, que es eso? -continuó Ron con un codazo a su amigo.

-Ron, no seas gilipollas, anda. Venga, vamos con la práctica -dijo Harry, sacando su varita. -¡Expecto patronum!

Mientras la habitual neblina salía de la varita de Harry, sus amigos sacan sus varitas y se apresuran a imitarle

-¡Expecto patronum! - invoca Hermione con su habitual seguridad.

-¡Expecto patroncof, cof, cof! -comienza a pronunciar Ron, hasta que un ataque de tos se lo impide. -¡Cof! pero ¿qué demonios es est..? ¡buarg! ¡Cof, cof, cof!

Harry y Hermione se quedaron embobados mirando al pelirrojo, de cuya boca acababa de salir, entre toses, un trozo de papel.

-¿Qué es esto? -dijo Harry agachándose a recoger el papel

-¡Quieto! -gritó Hermione, deteniéndole- ¡Puede ser una trampa de Quien-Tu-Ya-Sabes!

-¿De quién?- respondió Harry, con el gesto que solía acompañar sus momentos de mayor estupidez

-Quien-Tu-Ya-Sabes. El Señor Oscuro

-¿Saurón?

-¡Leches, Harry! ¡Aquel-Cuyo-Nombre-No-Debe-Ser-Pronunciado!

-¿Te refieres a Hastur el Innombrable? Pero si es...

-¡Harry! A veces me parece que eres medio lelo. Lord Voldemort, Harry, me refiero a Lord Voldemort. ¿Te lo tengo que deletrear?

-¡Ah! -exclamó Harry- Bah, Voldi no me asusta, al fin y al cabo, yo soy el prota -dijo, recogiendo el papel y extendiéndolo-. ¡Ron! Mira, has regurgitado una hoja cuadriculada. ¿Puedes seguir haciéndolo? No veas lo práctico que sería tener de éstas, en lugar de esa plasta de pergaminos.

-No, Harry, mira -dijo Hermione, señalando la hoja- esto ya no sirve de nada, está usado. Mira estas líneas y puntos. ¿qué significarán?

-Vaya, esto sí que es un misterio inquietante- respondió Harry. -Vayamos a preguntarle a Dumbledore.

Y así, los tres amigos empezaron a recorrer los laberínticos y cambiantes pasillos de Hogwarts, camino del despacho de su querido profesor Dumbledore, tal vez, camino de un almacén de productos de limpieza. En Hogwarts nunca se sabía.

Sin embargo, antes de llegar al despacho, les aguardaba una sorpresa. Al otro extremo del pasillo, estaba el rubio Malfoy, junto con sus inseparables Crabbe y Goyle.

-Vaya, Harry -dijo Ron, jugueteando con el piercing de su nariz-. Esto va a ser un problema. Tenemos que pasar por este pasillo, y esos tres nos la tienen jurada desde que les cambiamos la poción antiacné por ácido clorhídrico.

-No os preocupéis, chicos. Si de bebé pude con Lord Voldemort, no hay nada que se me resista -respondió Harry.

-Venga ya, Harry, deja de hacerte el machito -intervino Hermione-. No os preocupéis, he aprendido un conjuro que vendrá de perlas. Cuando saque la varita, vosotros echad a correr, y, sobre todo, no miréis atrás. Yo me encargaré de entretenerles.

-Pero, Hermione...

-¡Vosotros hacedme caso! ¡Vamos, ahora!

Harry y Ron esquivan ágilmente a los alumnos de Slytherin, mientras Hermione saca su varita y se encara con ellos, aunque con la varita apuntando hacia ella misma.

-¿Qué crees que vas a hacer, asquerosa sangre suci...

-¡Aumento pectoralis! -exclamó Hermione agitando su varita.

-¡Guau! -babeó Malfoy, mientras el y sus boquiabiertos amigos miraban cómo Hermione entreabría su túnica.


Ya en el despacho de Dumbledore, jadeantes después de la carrera, Ron y Harry mostraron al profesor Dumbledore la hoja de papel.

-Uhmmm. Interesante, muy interesante. Hacía mucho tiempo que no veía algo así, Harry.

-¿Se refiere al dibujo?

-No, Harry, no; no seas bobo. Me refiero al papel cuadriculado. Te habrás fijado en que en Hogwarts sólo empleamos pergamino. El papel cuadriculado dejamos de usarlo hace años, justo cuando eliminamos las matemáticas y la lengua del temario. Ahora casi ningún alumno de Hogwarts sabe sumar sin usar la varita, y su ortografía es espantosa. Incluso creo que hay alguno que no sabe leer, pero como siempre he dicho ¿quién necesita leer cuando puede hacer magia?

Dumbledore miró a los chicos por encima de sus gafas de media luna, con esa cálida sonrisa que le caracterizaba.

-El dibujo me resulta familiar, pero creo que Hagrid os podrá dar más detalles -dijo Dumbledore, enderezándose-. Id a verle, ahora mismo supongo que estará en su casa -continuó, devolviéndoles el papel y despidiéndose con un guiño y un cariñoso azotito en las nalgas de Harry, que se ruborizó.

Cuando Ron y Harry entraron en la cabaña, Hagrid cerró rápidamente una cortina que ocultaba el fondo de la cabaña, y se les quedó mirando con expresión culpable.

-Pero Hagrid, ¿ya lo has vuelto a hacer? -preguntó Ron, con tono de fastidio- ya te hemos dicho mil veces que pasamos de tus bichos. ¿Qué es esta vez, macho? ¿Otro dragón? ¿Un gusano de Dune? ¿Un pulpo gigante?

-¡Chicos, chicos! -se defendió Hagrid-. Es verdad, he recogido otra criatura. Pero por favor, no se lo digáis a nadie, o me metería en un lío.

-Pero Hagrid, si tus puñeteras mascotas siempre se te acaban escapando, y acaban por intentar devorar a medio colegio -siguió Ron-. De verdad que me tienes hasta las narices, tío. Venga, dinos qué demonios es ahora.

-Bueno -respondió Hagrid, mirando al suelo- lo cierto es que es casi un bebé. He recogido la última reencarnación de Aquel Cuyo Nombre No Debe Ser Pronunciado.

-¿Qué? -Exclamó Harry, mientras él y Ron se erguían y sacaban sus varitas-. ¿Has adoptado como mascota a una reencarnación de Lord Voldemort?

-Harry, chaval -dijo Hagrid-. De verdad que a veces me parece que eres algo bobo. ¿Cómo iba yo a hacer eso? Me refiero a la reencarnación de Hastur el Innombrable, so idiota.

Tras estas palabras, Hagrid arrojó una oveja viva tras la cortina, pero, aunque se apresuró a cerrarla, no pudo evitar que unas gotas de sangre salpicaran la pared de enfrente y la túnica de los chicos. Secándose las manos en sus ásperos pantalones, siguió hablando:

-Bueno, no os preocupéis por mi mascota. ¿Qué os ha traído hasta aquí?

-Verás, Hagrid: Dumbledore nos dijo que a lo mejor tú sabías lo que era esto -respondió Harry, tendiendo el papel al gigante.

-¡Oh, cielos! -exclamó Hagrid, con expresión de sorpresa- ¡Claro que lo sé! ¿De dónde lo habéis sacado? Esto lo hizo el padre de Harry hace años. Es el patrón de unas brafoneras.

Ron no escuchó esta última frase, porque estaba mandando un sms con su móvil, pero Harry se quedó mirando a Hagrid con cara de profunda incomprensión. Hagrid, viendo como empezaba a resbalar un hilillo de baba por la barbilla del chico, aclaro:

-Es para hacer unas protecciones de malla metálica para las piernas, tipo guerrero del medievo.

-¿Y para qué iba mi padre a querer hacer unas de esas?

-Solía llevarlas puestas cuando él y sus amigos iban a dar palizas a Snape. A veces, mientras le pateaban en el suelo, intentaba morderles las piernas.

-¡Esa rata de Snape! -exclamó Harry, apretando los puños.

-De todas formas -dijo Hagrid-, no me fiaría mucho de este papel.

-¿Qué pasa Hagrid? ¿Tu también crees que es una trampa del más poderoso mago del mundo, o qué? -preguntó Ron, con cierta sorna, mientras encendía un cigarrillo con un toque de su varita.

-Uhmm. ¿Te refieres a Dumbledore, o a Voldemort, Ron? -preguntó Harry con una expresión de profunda duda mística que le hacía parecer incluso más alelado que de costumbre.

-¿Pero es que no habéis aprendido nada en clase de Historia de la Magia? -preguntó Hermione, entrando por la puerta mientras se alisaba la túnica. Sin dar importancia a su pelo alborotado ni a su barra de labios corrida, continuó con su tono más sabiondo: -Todos saben que el mago más poderoso del mundo es Juan Tamariz.

-Chico, chicos. Lo que quiero decir es que estoy casi seguro de que este no fue el diseño definitivo. Sólo la base para poder hacer dos brafoneras simétricas antes de los ajustes finales.

-Oye, Hagrid, no entiendo cómo se interpreta el patrón -comentó Hermione-. ¿Qué representan los puntos, las crucecitas y las rayas?

-Los puntos son unidades básicas, grupitos de cuatro anillas unidas a una anilla central. Estas unidades básicas van unidas entre sí hasta formar el tejido. Las crucecitas son sólo para llevar la cuenta. Como es muy fácil equivocarse contando anillas, el padre de Harry colocaba cuerdecitas cada cinco, o cada diez unidades básicas, y así podía sacar bien el patrón y hacer las dos brafoneras iguales.

-Vaaya -dijo Harry, asombrado. ¿Y las líneas?

-La línea de puntos marcaba dónde había que unir el extremo superior para hacer el hueco del cinturón. Y lo otro, son los bordes. Creo que, para hacer bien los bordes en diagonal, había que añadir o quitar algunas anillas.

-¿Hueco del cinturón? -preguntó Harry, que seguía sin enterarse de nada.

-Claro, tonto -dijo Hermione. Toda la pieza iría colgada del cinturón, y seguro que se ataba por detrás a la pierna ¿verdad, Hagrid?

-Pero qué repelente eres a veces, Hermione -respondió Hagrid-. Si, efectivamente. Pero ya os digo que el padre de Harry tenía previsto unir la parte de arriba directamente con anillas, así que sobre este patrón seguramente habría que hacer alguna modificación para que quedara del todo bien.

Y así, con Hagrid explicando a los chicos cómo fabricar malla, los cuatro siguieron hablando mientras pasaba la mañana en Hogwarts.

domingo, octubre 21, 2007

El greathelm (5): Dándole vueltas al tema

Pues sí, hoy vamos a darle vueltas al asunto. Vamos a subirle el bajo al yelmo, a hacerle el dobladillo. Eso sí, todo de buen rollito

Como ya os conté, lo del borde vuelto se explica a la perfección aquí. Pero como soy un pesado, os lo voy a contar yo también.

Lo primero que tienes que hacer es decidir cómo de ancha va a ser la vuelta. No te preocupes, ya se encargarán los primeros martillazos de chafarte la medida inicial, pero la intención es lo que cuenta. Yo quise hacer una vuelta bien hermosa, y dejé 2cm largos, casi 2 y medio (en alguna parte había leído que una pulgada).

Toma la medida que decidas, y márcala con un rotulador por todo el borde de la chapa. ¡Ah! márcala por los dos lados de la chapa. Ayuda bastante.

Apoyando esa línea en la estaca o yunque que vayas a usar, tendrás que ir doblando la chapa en ángulo recto.

Como siempre, esto hay que hacerlo sin prisas. Es mejor darle varias pasadas delicadamente que intentar que todo el borde quede bien a la primera. Porque un borde puede llegar a ponerse bastante borde, y, si le tratas mal, fruncirá el ceño, digo, el hierro. Y tú no quieres eso.

La particularidad del yelmo es que el borde va hacia dentro, y eso complica bastante el uso de un yunque, o de una estaca aparatosa. Sin embargo, la extremadamente simple estaca biselada permite trabajar con facilidad incluso en el pico del yelmo. Eso sí, requiere de cierta puntería.

Por cierto, aunque en la foto veáis la estaca sujeta al banco de trabajo, que quede claro que es sólo para hacer la foto. Es imposible trabajar de esa forma, la estaca debe ir sujeta a algo sólido, como los tocones que os enseñaba aquí.

Una vez tengáis todo el borde a 90 grados, hay que seguir doblándolo hasta que forme una "U" . Lógicamente, eso no vas a poder hacerlo en la misma estaca. Aquí hace falta fabricarse otra herramienta.

Vamos a partir de un cortafríos. Como vamos a tener que modificarlo un poco, y un buen cortafríos es más bien durito, esta vez, y sin que sirva de precedente, es mejor que sea una herramienta de mala calidad. Afortunadamente, es mucho más fácil encontrar malas herramientas que encontrarlas buenas.

Yo compré el mío en un "todo a 100", garantía absoluta de ínfima calidad, pésimo acabado, y materiales blandurrios: justo lo que yo necesitaba.

Con unos minutos en la amoladora de banco, podrás redondear las esquinas del cortafríos (para que no se claven en la chapa) y matarle el filo (porque lo que quieres es doblar la chapa sobre él, no cortarla)

Usando esta nueva estaca, Vamos convirtiendo todo el borde en una "U". Mucho cuidado con la dislexia: existe el riesgo de cerrarlo demasiado, y conseguir una "V". No, no es eso lo que buscamos. Lo que queremos es una sonora vocal: "U". Nada de "V", sólo "U".

- Oiga, que a mi me ha quedado más bien una "B".

- Tu lo que eres es un animal, o con el martillo, o con la ortografía. Anda, endereza todo y vuelve a empezar.

Completar toda la "U" puede ser delicado, sobre todo en la pieza frontal. De nuevo, hay que ir trabajando poco a poco, y hasta que no hayas avanzado un buen trecho, no te darás cuenta de lo extremadamente irregular que te está quedando el borde. ¡No preocuparse! Unos cuantos martillazos lo harán uniforme con mucha más facilidad de lo que podría pensarse.

Hay que tener especial mimo con el pico del frontal. Hay que intentar que quede más o menos bien ajustado, aunque no hay que preocuparse demasiado. Si al final el pico queda torcido, siempre puede redondearse con un par de martillazos bien encajados.

Hasta ahora, estamos hablando de cómo dar la vuelta al borde de una pieza, pero estamos perdiendo de vista un punto crítico. ¿Cómo rayos encaja el borde de la pieza de delante con la pieza trasera? (No, no voy a poner enlaces a ninguna imagen alusiva)

Hay que tener en cuenta que ambas piezas se solapan para poder remacharlas. Y el borde vuelto no se va a poder solapar, a menos tu habilidad con el martillo sea algo que lleves en los genes; digamos que, por ejemplo, al ser hijo del mismísimo Vulcano, o algo así.

Yo decidí cortar el borde de la parte trasera, de forma que encajaran sin dejar huecos. Para ello, con las piezas montadas, marqué la zona de solape, y corté con la radial a la parte trasera para eliminar lo que sobraba.

Y, contra todo pronóstico, ¡quedó bastante bien!

Lo único que hay que tener en cuenta, es que hay una zona donde una chapa se va a interponer al cerrar el borde, así que habrá que cerrarlo con las dos piezas montadas, para que el borde vuelto no llegue a cerrarse del todo, y deje espacio para encajar bien la otra pieza.

Según dicen los expertos, un borde vuelto tan grande debe hacerse con un alambre por dentro, para evitar que se aplaste al cerrarlo, así que el hueco de la "U" debe ser lo bastante grande como para que quepa ese alambre.

¡Y tanto! Vamos, que me pase tres pueblos, y tuve que poner, no uno, sino dos alambres, enrollados en espiral entre sí.

El proceso de cerrado es relativamente sencillo, ya que apenas introduces nuevas tensiones en la pieza, y se deja doblar con cierta facilidad.

Eso sí, las herramientas son importantes. Yo usé una de las mazas de cabeza de nylon (¡qué magnífica herramienta!) uno de mis martillos antiguos restaurados (de cabeza plana y borde recto) y un martillo de mecánico reconvertido a martillo de aplanar, que se adaptaba bien a la curva interior de la chapa.

Para terminar de cerrarlo, sólo hay que apoyar el vértice de la "U" en una superficie sólida, e ir cerrando el borde contra la pared de la chapa.

En realidad, no es difícil, aunque ahora que lo pienso, hubo algunos sitios donde tuve que darle con cierta saña.

Ahora que lo pienso mejor, hubo un par de sitios donde lo que hice no fue darle con cierta saña, sino meterle unos lechones de impresión mientras maldecía mi estúpida idea de volver el borde. Pero, al fin y al cabo, ese tipo de cosas son la sal de la tierra, en esto del armadureo.

Pues ya sólo queda cortar el alambre sobrante, montar el invento, y terminar de ajustar bien la zona de encaje entre la pieza frontal y la posterior.

Para ello, una vez montadas ambas piezas, terminas de darle los martillazos necesarios para cerrar bien ambos rollos en el borde, y aprovechas para dejarlos perfectamente uniformes (que no haya escalones entre ambos) también a golpe de martillo.

Una vez empiezas a volver el borde, conseguir que ambas piezas queden bien apretadas entre sí puede convertirse en una tarea dura; ahora hay mucho hierro poniéndose en el camino, y puede ser necesario hacer bastante fuerza para que se unan del todo.

Esto, de nuevo, se soluciona con el martillo.

No, no hay que darle fuerte hasta que la maldita pieza entre. Todo lo contrario: hay que usar el martillo como delicado instrumental médico.

O tal vez no tan delicado. La idea es atar una cuerda realmente sólida (en la imagen, una cuerda de tender la ropa prácticamente indestructible) y usar el martillo (o herramienta equivalente) para apretarlo, a modo de torniquete.

El tornillo tiene una ventaja frente al palo: es fácil engancharle la cabeza a algo para que quede fijo, y poder manejar las dos manos.

Claro, que no quiero ni imaginar lo que puede pasar si se suelta, y sale disparado por los aires dando vueltas... Use at your own risk!

(No todos tenemos un pedazo de cincha para hacer estas cosas)

Y hasta hemos llegado por ahora. En próximas entradas... confieso que no sé de qué hablaremos, porque el lijado de semejante cantidad de metal me va a llevar siglos. Pero ya se me ocurrirá algo.

miércoles, octubre 10, 2007

El greathelm (4): Echándole morro

Vale, esta entrada se ha retrasado bastante para mi frecuencia habitual de publicación, pero uno intenta mantener una vida más allá del blog y el martillo, y, de vez en cuando, se pasa por fases un tanto tumultuosas.

Sigamos con el greathelm. Hasta el momento, hemos fabricado la mitad superior, que tiene un aspecto similar a esto. Ahora hay que seguir con la mitad inferior.

Lo primero que hay que decidir es dónde poner las costuras entre la pieza anterior y posterior. Absolutamente todas las referencias que yo conozco tienen esa costura como continuación de la que une las piezas anterior y posterior de la parte de arriba.

Yo no lo he hecho así.

Ahora podría tirarme al pisto y decir que lo he hecho de otra forma porque queda estéticamente muy bien (que lo hace) o porque me parece que le da más resistencia al yelmo (que me lo parece) Pero esa no es la auténtica razón.

La auténtica razón es que, cuando hice el patrón de cartón, lo monté al revés.

El patrón de la parte trasera es simple, no es más que un rectángulo. El patrón de la parte delantera es algo más sofisticado, pero no mucho: hay que tener en cuenta que hay dos arcos descendentes hasta el pico, y que habrá que dejar una pieza a modo de nasal que lo unirá a la parte superior.

Estas dos piezas deberían ser verticales y rectas para no cerrarse demasiado. De verdad, no intentes hacerlas semicirculares para que se ciñan un poco más en el cuello, a menos que sepas bien lo que haces; o el yelmo no te entrará con todos los forros puestos.

¿Qué cómo lo sé, si este es el primer yelmo de este tipo que hago? Digamos que he encontrado los medios de averiguarlo. Creo que la foto de la derecha dará una pista.

Las medidas para estas piezas son sencillas. De ancho, hay que medir el perímetro de la parte superior hasta donde quieras que llegue cada una de las piezas inferiores. Y súmale un par de centímetros de solape por cada lado para poder remachar. No se te olvide, que si no, se te va a quedar una cara de bobo de importancia.

El alto de la parte trasera (que coincide con el de los bordes de la frontal) tiene que ser algo menos de la distancia entre la altura de tus ojos y la altura del hombro. De lo contrario, el casco te apoyará en los hombros y no podrás girar la cabeza.

Y la altura del pico frontal debes medirla hasta donde más te plazca, con la limitación de que no te dé en el pecho (no, no te rías, puede suceder)

Y mucho cuidado con las holguras para remachar a la parte superior. Un par de centímetros en la parte de atrás, y a los lados de los oculares.

Y por fin llegamos a los detalles delicados.

Los oculares. En el yelmo que estoy haciendo, no corté ningún hueco para los oculares, sino que doblé la pieza hacia afuera, estilo yelmo inglés SXIV. Es decir, antes de doblar los oculares, los bordes se tocaban entre sí. Si no vas a querer doblar los oculares, tenlo en cuenta para cortar los huecos adecuados en la pieza inferior.

Y el otro detalle delicado es el borde vuelto de la parte inferior del casco. No es que sea imprescindible, pero doblar el borde inferior sobre sí mismo da rigidez al yelmo, y, muy importante, evita que haya bordes cortantes que te puedas clavar tu solo. (Y, mientras lo fabricas, también te hace sufrir y renegar, y preguntarte por qué te metes en estos fregaos)

Yo utilicé chapa más bien gordita, y quería hacer una vuelta bastante hermosa, con alambre por dentro (que ayuda a no aplastar la vuelta mientras la trabajas) Así que dejé cosa de dos centímetros de borde extra por debajo.

¡Ojo con el pico de la pieza frontal! Si vas a hacer el borde vuelto, habrá que cortar un hueco en forma de cuña para permitir volver las dos mitades.

¿Y cómo encajar la vuelta de la parte anterior y la posterior? ¿Ein?

A falta de información sobre piezas históricas, yo decidí que una vuelta fuera continuación de la otra, sin transiciones. Como ambas piezas deben solaparse para poder remacharlas, eso implica un cierto trabajo de corte y limado una vez dada la primera forma a las piezas.

Dar forma a la pieza de atrás no tiene secretos. Para empezar, la curvas sobre la estaca adecuada.

Una vez tienes algo que se ajusta a la parte superior del yelmo, hay que doblar un poco hacia dentro el borde a remachar, para que ajuste sin dejar huecos (estás pasando de una pieza vertical a una inclinada)

Para esto no hay que complicarse la vida. Sujetas la pieza inclinada sobre lo que utilices de yunque, y le vas dando golpes justo en el borde. Ya sabes, golpes suaves y uniformes, hasta obtener la forma deseada.

Dar la forma al frontal fue algo más complejo. Decidí que, aunque la parte superior del yelmo fuera redondeada, el frontal iba a llevar una cresta por el medio. ¿Qué por qué lo hice así? Para intentar darle esa ambigüedad en cuanto a su siglo de procedencia. Aunque, claro, supongo que los oscuros senderos del subconsciente pueden haberme jugado una mala pasada.

Para hacer la cresta, volví a usar la estaca biselada que os comentaba en la última entrega. Hay que tener cuidado para que la línea salga recta, pero va bastante bien para el trabajo. Por supuesto, es imprescindible dejar esta cresta bien afilada.

Y por fin llegamos al punto en que doblamos los oculares. Para ello, empleé la estaca multifunción que fabricamos con el soporte de una bola de remolque, aunque en realidad sirve cualquier cosa con un borde con un ángulo recto bien marcado (es decir, el borde de un yunque)

No hay más que apoyar la chapa en la arista, y sacar el ocular hacia afuera a martillazos.

Para conseguir que forme una línea uniforme y bien aplanada, no hay más que darle una pasada con la chapa del ocular apoyada en la misma superficie.

Mucho cuidado con los extremos de los oculares. Si intentas sacarlo demasiado bruscamente, podrías llegar a rajar la chapa. La transición tiene que ser suave.

Y, por supuesto, fíjate en que la pieza inferior va por fuera de la superior, así que el ocular en la pieza superior debe ser un pelín más corto para no fastidiarte el encaje de las dos piezas. Y esto os lo dice alguien que tuvo que corregirlo a toro pasado.

Llegados a este punto, ya se puede ir empezando a taladrar las piezas para montarlas con tornillos.

Me gustaba el tipo de yelmo con montones de remaches muy juntos, así que me he quedado solo haciendo taladros.

He descubierto que el granete automático es una gran ayuda, pero no es suficiente. Sigo logrando taladros fuera de sitio, debe ser algún tipo de don que tengo.

Así que he decidido tomármelo con más calma: primero, granete. Luego, broca del 2,5 ó del 3 para marcar mejor el punto a taladrar. Y sólo entonces, broca del 4, que es el diámetro para que pase el tornillo.

Y no os creáis, que después del apriete de tornillos (que es lo que le da cierto ajuste final al conjunto) y de darle una pasada de maza nylon a todos los bordes (para que el ajuste sea perfecto) todavía habrá que darle otra pasada de taladro para que quepan bien los remaches. Yo incluso utilizo una broca de 4,5 en esa fase para asegurarme de que entran bien.

Si no vamos a hacer el borde vuelto, prácticamente hemos terminado de dar forma a la chapa, así que aquí lo dejamos por hoy. Hacerle el dobladillo al casco tiene algo más de miga, así que lo dejaremos para próximas entradas.

Me temo que me ha quedado una entrada bastante sosita, pero había mucho que contar, y casi todo con técnicas que ya se han explicado. Así que, para al menos acabar con buen pie, os dejo este impresionante ejemplo de hasta donde se puede llegar cuando empiezas a trabajar con esto del greathelm.